Es cierto que para cobrar una pensión pública contributiva se debe haber trabajado. En función de la vida laboral y del salario percibido se calcula esa prestación. Pero en el caso de los planes de pensiones particulares no es necesario trabajar para contratarlo. La legislación no impide que las personas que no estén trabajando contraten y realicen aportaciones a un plan de pensiones.
Hacerse con uno de estos instrumentos de ahorro no sólo supone beneficiarse de sus réditos en el momento del retiro, también existen ventajas en el día a día. Por ejemplo, puedes deducirte en el IRPF las aportaciones anuales que ingresas en tu plan.
¿Qué pasa con las ventajas fiscales?
Si no trabajas y tienes contratado un plan de pensiones, tu cónyuge tiene derecho a deducirse esas aportaciones en su declaración de la Renta. Esta reducción de su base imponible por las aportaciones que hace una persona que no trabaja a un plan de pensiones es complementaria a la que tiene derecho el cónyuge por sus propias aportaciones a su plan.
En este caso el límite deducible de las aportaciones realizadas en favor de una persona que no trabaja es de 2.500 euros. Hay que recordar que el límite absoluto por aportaciones a planes de pensiones es de 8.000 euros al año.
En definitiva no debes considerar como un impedimento el hecho de que no estés recibiendo rentas del trabajo para ser beneficiario de un plan de pensiones. No sólo que nada se lo impide sino que además el cónyuge se puede obtener ventajas fiscales por las aportaciones realizadas a dicho plan.