La movilidad compartida es, hoy en día, un auténtico fenómeno por todos los beneficios que aporta a las grandes ciudades. Entre sus ventajas más destacadas se encuentran la desconcentración del tráfico, la reducción de la contaminación y una mayor comodidad en la movilidad de los usuarios. Pero más allá de desplazarse en un mismo coche con otras personas, la tendencia actual también lleva a compartir bicicleta, ya sea a través de un servicio público o a nivel particular.
Parece ser que la decisión de comprar una bici va perdiendo cada vez más peso entre quienes optan por moverse pedaleando. De esta forma, además de mirar por su salud, también lo hacen por su economía, ya que tanto los sistemas de bicicletas públicas (SPB) como organizarse entre varias personas para tener uno de estos vehículos en común, contribuye a una disminución importante de los gastos de adquisición y mantenimiento.
¿Cuánto cuesta tener una bicicleta propia?
Al precio de compra de una bicicleta hay que sumar los gastos que conlleva mantenerla siempre a punto si se quiere aprovechar al máximo su potencial. Aunque es cierto que el abanico de precios de adquisición de un modelo nuevo es muy amplio, es posible encontrar bicis para moverse por ciudad desde 300 euros.
Además de la inversión inicial, cada cierto tiempo es necesario revisar o sustituir algunas piezas, como la cadena, la horquilla de suspensión, el amortiguador, los frenos, los neumáticos, etc. En función del uso y las características del terreno por el que normalmente se circule, será necesario realizar el mantenimiento con mayor o menor frecuencia. Del mismo modo, el coste de este mantenimiento también varía según el modelo de bici y la calidad de sus materiales.
¿Por qué compartir bicicleta?
En comparación con los gastos que supone tener una bicicleta en propiedad, la decisión de compartir reduce de forma considerable el desembolso. Este consumo colaborativo se puede hacer de dos maneras:
- En el caso de que se opte por comprar una bicicleta y ponerla a disposición de otros usuarios, aunque hay que asumir esta primera inversión, cuando llega el momento de reparar o cambiar alguna pieza, los costes se suelen repartir entre todos los ciclistas. Para controlar esta práctica, ya existen algunos servicios que añaden tecnología a las bicis para que estén localizadas en todo momento, así como sistemas de bloqueo que se pueden controlar a través de cualquier dispositivo móvil. A diferencia de las bicicletas públicas que se encuentran aparcadas en la calle, en este caso el vehículo se encuentra en la casa del dueño y gracias a innovadoras aplicaciones se puede saber si está disponible o no.
- Desde los ayuntamientos de muchas ciudades también se han puesto en marcha servicios de bicicletas públicas, a los que se han ido sumando cada vez más muchas empresas que ofertan lo mismo. Con el objetivo de hacer del ciclismo una forma de movilidad urbana y eficiente, los usuarios tan solo tienen que registrarse en una plataforma y abonar una pequeña cantidad de dinero por el tiempo que utilicen las bicis, sin tener que asumir la responsabilidad de los arreglos o el mantenimiento. Una de las ventajas de esta forma de compartir bicicleta es que se puede aparcar en cualquier estación de carga. Incluso algunos servicios nuevos que han surgido por parte de empresas, permiten estacionar la bici en todas las zonas donde esté permitido, sin necesidad de que sea un punto habilitado.