Ir en bici al trabajo, a la universidad, a la compra o a cualquier otro destino y utilizarla como una alternativa al coche es una forma de comprometerse con el medio ambiente tomando una conciencia activamente ecológica, además de ser una actividad que reporta grandes beneficios para la salud. Sin embargo, no todo son bondades y en ocasiones puede suponer un peligro debido, sobre todo, al aumento de la movilidad y la falta de estrategias institucionales, según los expertos. De hecho, el número de accidentes con bicicletas implicadas se ha duplicado en solo siete años, con un incremento del 33 por ciento en cuanto a los heridos.
Unas cifras alarmantes que pueden reducirse con políticas que protejan este sector, pero también con la forma en la que los ciclistas se enfrentan a la carretera. Y en este último aspecto, anteponerse a los problemas que se puedan encontrar en la vía es un buen punto de partida.
Peligros más habituales al ir en bici por ciudad
- Los adelantamientos por parte de otros vehículos en los que no se respeta el metro y medio de distancia de seguridad son una de las causas más habituales de accidentes. Los expertos recomiendan ocupar el centro del carril para obligar a los otros conductores a invadir el carril contrario en caso de que quieran adelantar, en lugar de aprovechar cualquier espacio por pequeño que sea para hacerlo.
- Los giros a la derecha. En muchos casos, los ciclocarriles –aquellos con límite de velocidad de 30 km/h- se sitúan a la derecha de las calles, lo que crea una situación de peligro potencial. Si un vehículo quiere girar a la derecha para incorporarse a otra calle debe invadir dicho ciclocarril y, en muchos casos, lo hace sin comprobar que se acerca una bici. Por eso se recomienda al ciclista que permanezca siempre atento ante posibles maniobras inesperadas.
- Los coches aparcados en el ciclocarril. Lo que para muchos conductores es una solución aceptable para dejar aparcado el coche por unos minutos y realizar una gestión breve, para los ciclistas es una barrera que deben sortear, para lo que se ven obligados a invadir la vía por la que circulan otros vehículos. En estos casos, siempre hay que indicar con el brazo izquierdo la maniobra, asegurarse de que se puede hacer sin correr peligro y regresar al ciclocarril lo más rápido posible.
- Puertas de coches que se abren de repente. Muchos conductores comprueban si se acercan otros coches antes de abrir su perta, pero olvidan que también deben cerciorarse de que no se aproximen ciclistas. Por eso, lo mejor es circular siempre por el centro del carril o ciclocarril y alejarse de los coches estacionados o parados en doble fila. También hay que estar muy atento cuando se pase a la altura de un taxi recogiendo o dejando viajeros.
- Señales de stop, ceda el paso o intersecciones sin semáforos. Por norma general, los conductores suelen respetar estas señales cuando se cruzan con otros vehículos, pero no así cuando lo hace con un ciclista. En muchos casos incluso harán todo lo posible para incorporarse a la vía antes que la bici y así no tener que adelantarla después. Una vez más hay que estar muy atento y no salir hasta que se tenga la absoluta certeza de que no se corre ningún peligro.
- Peatones en el carril bici. Es muy habitual ver como los carriles bici se usan como paseos improvisados por los que circulan mayores, jóvenes, familias, carritos de bebé, etc. En muchos casos, esto se debe a que algunos carriles bici se han construido suprimiendo aceras, lo que genera conflictos entre peatones y ciclistas. En estos casos, a pesar de que estos carriles son exclusivos para bicis, hay que extremar las precauciones y respetar la seguridad de los viandantes, frenando al acercase si es necesario.
- Caminos para bicis que no llevan a ninguna parte. Hay determinadas zonas en las que algunos tramos del carril bici no se conectan entre sí o aparecen y desaparecen como el Guadiana. En cualquier caso hay que estar siempre pendientes de la continuidad de los mismos para prever un fin de vía inesperado.
Contar con un buen seguro para bicicletas no es obligatorio, pero sí una necesidad dada la cantidad de peligros que se pueden encontrar a lo largo del camino.