En las cocinas se concentran todos los ingredientes necesarios para que se produzca un incendio: trapos demasiado cerca de los fogones, sartenes que salen ardiendo, productos químicos inflamables cerca de la zona de cocinado, gas y un amplio etcétera.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), de los accidentes que se producen en el hogar, el 15 por ciento tiene su origen en la cocina. De hecho, sólo en 2016, los bomberos tuvieron que intervenir en 14.989 casas a causa del fuego que, en la mayoría de los casos, comenzó en esta estancia.
De ahí la importancia de llevar a cabo medidas preventivas que nos eviten pasar por este mal trago, así como contar con los conocimientos y mecanismos necesarios para saber cómo actuar en caso de que nuestra cocina sea pasto de las llamas.
Cómo prevenir un incendio en la cocina
En la cocina nunca hay que bajar la guardia. Dejar desatendido lo que se está cocinando puede dar lugar a un fatal desenlace. Ni que decir tiene que, cuando se abandone la casa, no se deben dejar cacerolas o sartenes al fuego, ni tampoco electrodomésticos funcionando.
Reservar un armario para los productos de limpieza no es aconsejable. La mayoría de estos líquidos son altamente inflamables, por lo que no deben convivir en un espacio en el que las altas temperaturas y la cercanía al fuego son habituales.
La limpieza es básica para evitar incendios. La campana extractora, las salidas de humo, la tostadora o el área de cocinado deben estar libres de grasa.
Si la cocina es de gas, es imprescindible revisar de forma periódica la calidad de la llama: ésta debe ser estable, azulada y silenciosa. Si no es así, habrá que llamar al servicio técnico para que lo revise.
La cerilla hay que encenderla antes de abrir la llave de paso del gas.
En caso de fuga de gas, no hay que tocar los interruptores de la luz bajo ningún concepto. Ni mucho menos encender una cerilla. Lo recomendable es abrir las ventanas para que se ventile todo lo posible y avisar al servicio de mantenimiento.
Como medida preventiva es aconsejable disponer de un extintor en la cocina que ayude a evitar un mal mayor, así como un seguro de hogar con garantía de incendios.
¿Y si ya se ha producido un incendio?
Si, a pesar de todo, nos vemos involucrados en un incendio, lo primero que debemos hacer es no perder la calma y actuar rápidamente según los siguientes pasos:
- Apagar la corriente eléctrica, la entrada de gas y, si es posible, la fuente de calor.
- Retirar por productos inflamables que haya cerca de las llamas.
- Si el fuego es pequeño, hay que intentar apagarlo con un extintor o una manta ignífuga. Nunca con agua, pues se podrían alcanzar instalaciones eléctricas o líquidos inflamables (como el aceite de una sartén), con lo que el desastre sería aún mayor. Cuando te dispongas a apagarlo, sitúate entre el fuego y la vía de escape para no correr el riesgo de quedar atrapado.
- Si la magnitud o la situación del fuego es tal que resulta difícil apagarlo, es mejor no intentarlo. Huye de la zona cerrando antes la puerta para entorpecer la propagación del fuego. Si es necesario, sal a gatas para no respirar el humo tóxico (éste tiende a concentrarse en las zonas altas).
- Desde un lugar seguro, llama a los servicios de emergencias (112).
- En la huida, no hay que utilizar los ascensores del edificio. Si la escalera está llena de humo, es preferible permanecer en la vivienda. En tal caso, deberás encerrarte en una habitación tapando las ranuras de la puerta con trapos húmedos y, desde la ventana, hacer señales para que los servicios de emergencia te vean.
- Si se incendia la ropa, hay que tumbarse en el suelo, rodar sobre uno mismo y cubrir al afectado con una manta grande, apretando con fuerza hasta acabar con las llamas. Si lo que se prende es el cabello, lo más recomendable es cubrir la cabeza con un trapo húmedo.
Si en el momento de sufrir un incendio los nervios te bloquean, lo mejor es que llames al 112. Ellos te indicarán los pasos que debes seguir.