¿Cómo ahorrar con un sueldo bajo? Esta es una de las cuestiones más delicadas que uno se plantea en algún momento determinado. Quien más quien menos, en alguna ocasión, se ha dado un susto al comprobar cómo los dígitos de la cuenta van disminuyendo, o lo que es peor, empiezan a teñirse de rojo. Es entonces cuando apremia la necesidad de ahorrar como sea, aun a costa de racionar la comida.
Ciertamente, hay que tomarse la cosa en serio, pero no hay que dramatizar. Se puede ahorrar, aunque es difícil y más si el sueldo es parco. Pero aun cuando el sueldo sea aceptablemente bueno, la dificultad para ahorrar puede ser la misma que para el que cobra un sueldo escaso, por las necesidades que nos creamos y el estilo de vida que hemos adoptado.
Si los ingresos que se tienen proceden exclusivamente de un sueldo, lo primero que hay que saber es que sólo existen dos maneras de ahorrar: gastar menos o conseguir otra fuente de ingresos extras. Esto es un axioma, o en castizo, una verdad de Perogrullo. Gastar menos no quiere decir cortar el gasto de raíz, porque los hay necesarios e ineludibles, sino saber cómo gastar el dinero, de tal manera que algo del mismo se libre de la quema y, poco a poco, constituya un pequeño fondo de reserva con el que obtener un futuro beneficio.
En la red proliferan infinidad de trucos, recomendaciones, y consejos para conseguir ahorra unos euros a final de mes. Está bien, todo vale si se consigue ese objetivo, pero tampoco se trata de pasarlo mal, sino de racionalizar el gasto para emplear nuestro dinero de la manera más eficiente.
La fórmula 50/20/30
Actualmente, circula una fórmula mágica conocida como la 50/20/30, creada por una profesora de la Universidad de Harvard, que nos ayudará a organizar nuestra economía. No vendrá mal en momentos como los actuales, con las fiestas navideñas a la vuelta de la esquina y las tentadoras rebajas que les suceden. La fórmula es muy sencilla, consiste en destinar el 50 por ciento de los ingresos a cubrir las necesidades básicas; el otro 20 por ciento, al ahorro; y el 30 por ciento restante, a caprichos personales y gastos no estrictamente necesarios.
Las necesidades básicas estarían constituidas por todo aquello de lo que no es posible prescindir: la comida, el vestido, la vivienda, los gastos obligados (seguros, coche, averías, facturas de energía, comunicación, etc.) Ajustar todos estos gastos a este porcentaje es lo más difícil de conseguir.
En el 20 por ciento destinado al ahorro habría que incluir los planes de pensiones, fórmula de ahorro que no hay que desdeñar viendo el panorama que se avecina. Conviene empezar pronto, aunque la jubilación se vea muy lejana todavía, para obtener más beneficios. Las cuentas bancarias como sistema de ahorro no tienen actualmente ningún interés, solo sirven como huchas para mantener el dinero alejado de nuestras manos y evitar tentaciones.
Si has conseguido ahorrar un pequeño capital y quieres acrecentarlo, puedes probar a invertir en el mercado bursátil pero con mucha cautela y asesorándose previamente. Hay una máxima que dice que en la bolsa solo se debe invertir el dinero que sobra y que no se va a necesitar a corto o medio plazo. Cada cual debe ponderar la conveniencia o no de esta opción, no exenta de riesgo, pero que si sale bien puede proporcionar un buen incremento del capital.
Los fondos de inversión son bastante asequibles y es otra buena opción. Bien asesorados, es una posibilidad de conseguir una rentabilidad más alta de nuestros ahorros a medio y largo plazo.
Los seguros de vida pueden considerarse también un sistema de ahorro efectivo, porque pueden aliviar una situación crítica familiar en un desgraciado momento, en el que se necesita disponer de cierto capital para poder salir adelante.
Sin embargo, destinar el 30 por ciento restante a gastos no estrictamente necesarios y caprichos, como actividades de ocio, viajes, restaurantes, compra de determinados artículos (ropa, libros, música, regalos, etc.) parece un tanto excesivo, porque esos gastos, si no son estrictamente necesarios, se puede prescindir de ellos, sobran. Aquí sí que se puede y se debe meter la tijera a saco sin miramiento alguno.
En definitiva, este método es tan bueno como cualquier otro. Lo que pretende es definir unos porcentajes para ayudarnos a organizar nuestra economía y a saber concretar el gasto, y además, nos exige atención y rigurosidad para no sobrepasar los límites que nos impone.
Otras formas de ahorro
Hay otras cuestiones que también se pueden considerar para contener el gasto y tratar de generar ahorro. Por ejemplo, en el caso de la vivienda, evitar endeudarse más allá del límite máximo porcentual que marcan los ingresos, que puede estar en torno al 35 o 40 por ciento. Dentro de este nivel de endeudamiento, habría que incluir también los préstamos personales para realizar mejoras en la casa, la compra de muebles o coches nuevos, hacer viajes, etc., que, en muchas ocasiones, no son urgentes y bien se podría esperar a tener un poco de dinero ahorrado para llevarlos a cabo.
Fijarse metas es también algo positivo para mejorar el ahorro. Tal vez el 20 por ciento del método que hemos citado sea un poco alto para nuestros ingresos, porque a lo mejor, con solo el 50 por ciento no se puede hacer frente ni siquiera a los gastos necesarios. En ese caso, quizás sea mejor bajar las expectativas y marcar metas más accesibles, para evitar frustraciones y tensiones.
Otro asunto importante es llevar un registro escrito de los gastos. Esto que puede parecer una simpleza es, realmente, muy útil para identificar las áreas problemáticas en las que se dispara el gasto, y de esta manera poder tomar medidas para corregir el desfase.
Existe un tipo de personas que el tema del ahorro lo tienen bastante crudo: los compradores compulsivos. Y por si esta adición fuera poco, el comercio se las ingenia cada año inventando nuevos trucos y reclamos para sacarles el poco dinero que aún les quede en el bolsillo. Hay que mantenerse firmes y por mucho que sea el descuento ofrecido, las gangas, si no se necesitan, no se compran.
Otra posibilidad de conseguir algunos ahorros es mediante trabajos extras si se tiene esa posibilidad, siempre que ese dinero vaya directamente a la cuenta de ahorro o inversiones financieras y no se emplee para otro tipo de gastos.
En resumen, como decíamos al principio, para ahorrar, sea cual sea nuestro sueldo, la regla es muy sencilla: no gastar en cosas superfluas y, si es posible, conseguir algún dinero extra con trabajos ocasionales.