Aunque su creación es relativamente reciente, lo cierto es que cada vez cuenta con más seguidores en todo el mundo: turistas que buscan algo diferente en pro de unas vacaciones memorables que aporten un beneficio extra.
Tipos de turismo de aventura
Aunque hay muchos tipos de turismo de aventura, los más generalizados son:
- Ecoturismo: se le considera el más suave. Se trata de explorar zonas naturales poco transitadas y desarrolladas con el fin de sentirlas y vivirlas antes de que la mano del hombre termine modificándolas. Es el caso de las rutas por la selva del Amazonas o los arrecifes de coral.
- Turismo accesible: destinado a personas de movilidad reducida que desean realizar exploraciones culturales o actividades extremas. Esta experiencia es tremendamente gratificante para quien la vive, ya que le proporciona esa adrenalina que no conseguiría de otra forma.
- Turismo de emoción: es el más popular y, al mismo tiempo, el más duro e intenso. Engloba actividades como la espeleología, el rafting, y todo aquello que implique una descarga de adrenalina y cierta sensación de peligro.
Aunque estas actividades se realizan bajo la supervisión y organización de las empresas que las promueven, lo que proporciona cierta garantía, conviene tomar unas medidas de seguridad extra para evitar riesgos innecesarios. Además, aunque no es obligatorio, la Organización Mundial del Turismo recomienda contratar una póliza que cubra este tipo de actividades, como el Seguro de Viajes de Aventura MAPFRE.
Turismo de aventura: cómo evitar riesgos
La clave más importante a la hora de mantener nuestra integridad en el desarrollo de este tipo de actividades es contar siempre con los servicios de profesionales especializados y evitar los guías locales de los que no tengamos referencias.
- El vehículo: teniendo en cuenta que muchas de estas actividades y experiencias se desarrollan en lugares recónditos alejados de la civilización, cabe esperar que los caminos para llegar a ellos no serán accesibles. Por eso, no conviene escatimar en el alquiler del vehículo y, en lugar de optar por el más barato, debemos hacerlo por aquel que sea apto para transitar determinados terrenos.
- El equipo: es recomendable llevar ropa y calzado acorde al terreno que vamos a visitar. La mochila, por su parte, debe ser ligera, sin cargas innecesarias, pero sin que falte lo más básico: repelente de mosquitos, antihistamínicos, vendas, protector solar, etc.
- Hidratación: hay que mantener la correcta hidratación, sobre todo si estamos en un lugar con clima caluroso y húmedo y estamos realizando un gran esfuerzo físico. Lo ideal es tomar sorbos de agua fresca cada quince minutos.
- Mal de altura: si la experiencia se desarrolla por encima de los tres mil metros sobre el nivel del mar, debes hacer lo posible para evitar los trastornos asociados a la altitud, como el mal de altura, lo que se traduce en hipoxia (falta de oxígeno) y su grado de gravedad está relacionado directamente con la velocidad de ascenso y la altitud alcanzada. Por eso, es fundamental tener una buena preparación física y haber pasado un reconocimiento médico ex profeso. Además, en las horas previas hay que evitar las comidas abundantes y el exceso de alcohol.
- Experiencia previa: antes de realizar cualquier actividad de riesgo hay que practicarla en un terreno seguro. Por ejemplo, para la escalada, la seguridad depende de saber guardar el equilibrio y el correcto uso de sogas y arneses, algo que se puede aprender en una palestra según los distintos niveles de exigencia.