Los gatos son animales muy independientes. Es más, a pesar de llevar miles de años como mascotas, siguen estando semidomesticados. No obedecen ciertas órdenes como ‘siéntate’, ‘dame la pata’ o ‘ven’, pero con paciencia y poniendo en práctica ciertas claves, se les puede orientar sobre normas de comportamiento en la casa.
Cómo educar a un gato
No es nada agradable que el gato destroce o arañe los muebles, que haga sus necesidades en cualquier lugar y a su antojo o que haga caso omiso a nuestras órdenes. Por eso, es importante comenzar la educación del gato desde que es pequeño y hacerla de forma correcta, adaptada a la personalidad e inteligencia del minino.
El primer día de llegada a casa es fundamental, porque de una buena experiencia dependerá que confíe en nosotros y, por tanto, sea más receptivo en los aprendizajes. Por eso, hay que darle mucho afecto. También hay que mostrarle dónde están sus objetos personales para que los vaya conociendo: la cama, sus juguetes, la comida, la caja de arena, etc.
Cuando el gato se haya adaptado, es el momento perfecto para enseñarle las primeras normas.
- El rascador. Evitará que el animal arañe los muebles o los objetos que no queramos. Por eso, desde el primer día debe disponer de un rascador, y además, tenemos que motivarle para que lo use a través de la estimulación: con juguetes, caricias o premios que refuercen su conducta.
- La caja de arena. Es la otra gran prioridad, ya que es ahí donde hará sus necesidades. No se trata de obligarle a usarla sin más, sino de crear el entorno adecuado que le anime a usarlo. Busca uno que tenga fácil acceso y sitúalo en un rincón tranquilo, sin ruidos ni molestias, pero que no esté demasiado alejado. Comienza estableciendo una rutina y llévale siempre hasta allí al despertarse, después de comer, tras una sesión de juegos… Cada vez que lo haga bien hay que premiarle. Si hace caso omiso a la caja y hace sus necesidades en otro lugar de forma frecuente, bastará con desplazar el arenero hasta esa zona.
- Nada de arañazos. Es normal que los gatos usen las uñas para atacar, una costumbre que nace como un juego cuando son pequeños y que hay que eliminar lo antes posible para que no se convierta en un molesto vicio. Antes de las tres semanas de edad, le dejaremos que arañe, muerda y experimente así el mundo. Pero pasado ese tiempo tendremos que quitarle la costumbre. Cada vez que nos arañe o muerda tenemos que emitir un pequeño chillido y, acto seguido, dejaremos de jugar con él. De esta manera, nuestra mascota relacionará el juego con la ausencia de actitudes ariscas o violentas.
El refuerzo positivo
Como hemos dicho anteriormente, los gatos no se caracterizan precisamente por acatar todo tipo de órdenes, por lo que antes que un “no”, lo que de verdad hará que nuestro gato aprenda nuestras enseñanzas es el reforzamiento positivo.
- Valora los buenos gestos de tu gato con premios, que pueden ser desde caricias o palabras amables, hasta comida o juegos.
- Los gatos suelen realizar algunos comportamientos negativos, como arañar, para captar nuestra atención. En estos casos es más efectivo a largo plazo ignorarle por completo antes que decirle que no o castigarle.
- Dedica a pasar parte de tu tiempo a jugar con él. Es un refuerzo muy positivo que reducirá en nuestro minino la necesidad de desarrollar conductas negativas por llamar nuestra atención.
- Solo puedes usar el “no” cuando pilles al gato en plena faena y con las manos en la masa. Eso sí, basta con usar un tono de voz firme, nada de pegarle, utilizar castigo físico y hacerle pasar miedo.
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